18/11/09

Pescador mexicano en Montauk

Nunca imaginó aquel pescador
que terminaría vadeando a la proa de la isla
que lo odia, lo destroza, lo degrada,
lo embarra de grasa, de hierba y de yeso.

Le da una puñalada por la espalda, lo tumba
de su bicicleta y lo desmiembra. Lo acoge y
lo abandona, le paga off-the-books y le pega
off-the-record. Le da una palmadita en una
mejilla y le deja una cicatriz en la otra.

(Entiendo que cada bandera tiene su enemigo,
este pescador no es nuestro enemigo).

Parece que el anzuelo se ha quedado enganchado
al hocico del monstruo insular, medio perro,
medio gárgola, epítome del miedo y la ignorancia.

En su vadeador impermeable, parece estar tirando
de esa misma isla que lleva a cuestas.
La isla es un montículo de bloques superpuestos,
de contornos difusos y siluetas prefabricadas.

Sólo los privilegiados que saltamos esa valla
pudimos ver al pescador a orillas del faro,
junto a la atalaya tumbada del antiguo imperio.

No quisimos perturbarlo y nos quedamos sentados
frente al chapoteo de un tronco, satélite
del hombre que aún no sabe si va o viene.

6/8/09

Santiago de Compostela o la humedad de las reliquias


Cuando llegamos a una gran urbe como Nueva York nos sentimos neoyorquinos de inmediato. Al bajar del taxi nos tropezamos con el vendedor de cacahuates tostados y alguna de nuestras neuronas cinéfilas identifica ese olor tosti-dulce. Al fin y al cabo todos llevamos un neoyorquino dentro. Santiago de Compostela es una ciudad que se va interiorizando de a poco, de la misma forma que la humedad se penetra en los huesos de las estatuas de granito y el moho se escurre por las paredes del románico. Nuestras máscaras se desfiguran al igual que los rostros de esas estatuas, van perdiendo la nariz esnob, luego la mirada prejuiciosa y terminamos pareciéndonos a una de las imágenes ubicuas de Santiago apóstol. Nos quitamos el sombrero para lavarnos la cara en cualquiera de sus fuentes y quedamos tal como somos: flacos, rechonchitos, con el pelo rizado, con la piel tostada y la nariz chata. Al recorrer sus calles recobramos fuerza ya sea con una taza de chocolate o con una queimada; reforzamos ante todo la noción de ayudar al prójimo, de ayudar a la señora mayor a bajar el carrito de la compra escaleras abajo, de indicarle al peregrino o inclusive acompañarle al sitio que andaba buscando. Santiago es una ciudad sobria y serena que se presta a la meditación, es como un filtro Brita para la purificación del alma. Es muy probable encontrarse con gente tan amable que se le olvida al visitante que existe el mal o, por sonar menos cursi, las malas intenciones. La musicalidad de la lengua gallega termina por bajarnos la guardia, la armadura urbanita se descascara y nos permite respirar el frescor verde de la higuera. Al principio le preguntaba a Nieves por qué la Xunta de Galicia no iniciaba una campaña para quitar el moho de las estatuas y las paredes, a lo que me respondió que sería algo inútil por la humedad perenne del frente Atlántico. Eso es precisamente Santiago, una ciudad que se te mete en los huesos con tal intensidad que el escalofrío te baja por la médula espinal, es quizá por eso que los gallegos ofrecen tanto calor humano.

30/5/09

Barça campeón... en tiempos de crisis


El triplete del Barça no es solamente el premio al buen fútbol sino también a una filosofía de sobriedad en tiempos de vacas flacas. El FC Barcelona es la antitesis de su archirival, el Real Madrid, y de su oponente en la final de la Champions, el Manchester United. Ambos rivales habían invertido cantidades exorbitantes en los fichajes de la temporada pasada, muchos de los cuales comprobaron ser grosos desaciertos. El Barça ha seguido apostando por la cantera, desde su técnico Pep Guardiola hasta el chico Muniesa que acaba de hacer su debut. De igual manera, el club blaugrana sigue perteneciendo a los socios mientras que el Manchester pasó en 2005 a manos del magnate estadounidense Malcolm Glazer quien, maneja el club como tal, como un monopolio carente de sentimentalismos; con todo y la insignia de AIG, logotipo de la primera debacle económica del nuevo milenio. Por su parte, el Barcelona ofrece este espacio publicitario en su camiseta a UNICEF, sin costo alguno, y contribuye además a muchas de sus causas humanitarias en los rincones más olvidados del planeta. El triunfo del Barça es reconfortante, particularmente en estos días de escasas noticias halagadoras. Al menos por esta vez se ha hecho justicia poética, ha ganado la disciplina de un fútbol que gravita en torno a la retención del balón, el juego colectivo y la paciencia. Acaso estrategias que deberíamos adoptar para sobrellevar la resaca financiera, producto del exceso de excesos, de pensar que todo se puede solucionar con dinero.

7/4/09

Summer ride

“Do you have a car?”, the old man asked as he approached my table. I instinctively replied “no” as a built-in reaction after so many years of living in the suburbs. He who doesn’t have a car is not just suspect of being poor (what a crime!) but also suspect of having trouble with the law. The old decrepit man asked the same question to two other parties that welcomed him with a rotund negative response in the spirit of both safety and disdain.

The old woman in her flowery dress sitting across the dining area of the fast-food joint felt guilty and said to me “I would give him a ride but I’m a woman, maybe if you come with me…” I did not entertain the idea and looked away. She projected her own loneliness onto the man as she exclaimed “poor man, he doesn’t have any family!” We both looked at how the man walked out the door...he could barely move... hunched over... took a gasp of air...and managed to make it past the door until he collapsed a few steps into his endeavor. It seemed like he had fainted in the middle of a scorching ninety-nine-degree july afternoon, everyone inside the establishment blustered a fake “oh-my-gOd!” and kept about dipping their fries into ketchup. He had just taken a respite, sat down by the well-kept bushes and started coughing. He wiped off his face with a small towel, stood up and made it to the pedestrian crosswalk where he collapsed again but managed to anchor himself to the sidewalk as an ancient vessel with no knowledge of navigation.

He had only advanced half a block on a street with no sidewalks (of course, sidewalks were not part of the suburban design to oblige suburbanites to purchase a vehicle). I caught up with him and offered him a ride as he was sitting on the grass, his arms and legs crossed, as an ancient mystic about to levitate. “Come on grandpa, get on!” He pointed in the direction he was headed, he was just going up the hill to the senior citizen residence by the lake. The old man stunk like urine, excrement, and loneliness combined, as if he had not showered in several days, but his solitude was more palpable. He just stared into the empty space as if he himself was empty in the inside. He had lost his will and joy of living, he walked back to the nursery by inertia, as a habit rather than a preconceived thought. We drove up a steep ramp as we entered the “Active adult facility.” “No wonder you needed a ride” I tried to joke around with no response. He thanked me as he got off the car and asked with a very asthmatic voice: “Do you have a cigarette?”

20/1/09

Inauguración

Hoy ha muerto
el último hombre segregado
Ha muerto un negro anciano
¿se dirá anciano negro?

Se sentaba todas las tardes
a tomar el fresco
en una banca de la ciento
y pico y Amsterdam.

Saludaba al pasar con el
ala del sombrero.
Se le cruzaban las ratas
por sus zapatos lustrados.

Las ratas que lo devoran todo
al igual que los cocodrilos
se comieron a todos
los que odiaban al hombre.